• DICTADURAS CORRENTINAS 
  • Es un libro en 3 partes que contiene la visión de tres autores correntinos sobre las 3 dictaduras militares del siglo pasado en Argentina.
  • Por la dictadura del '55 está una carta abierta de Raúl Scalabrini Ortiz.
  • Por la dictadura de Onganía (1969) está el relato periodístico "Che, mataron al enano" de María Laura Riba sobre la muerte del estudiante Juan José Cabral que era precisamente de Paso de los Libres.
  • Por la última dictadura del '76 está una novela de Alejandro Bovino Maciel "Culpa de los muertos" que ya fue publicada en Barcelona (2007) después en Francia (2013) y este año en Argentina por Editorial De la Paz. 

ABM, enero 2023  

 

CHE, MATARON AL ENANO

 

De:  María Laura Riba

 

 

La mañana le pareció fresca, aunque el otoño anduviera esquivo, por eso se acomodó sobre la espalda el pulóver gris, el conocido, el que siempre usaba, y salió a la calle sin sospechar que llevaba encima la marca de ser la primera plana en los diarios del día siguiente.

Juan José se había levantado temprano para estudiar. Después de un buen rato entre libros y apuntes, decidió salir. Aquel día no era cualquier día: una protesta estudiantil se preparaba para ocupar el centro capitalino.

El cielo no tenía nubes, y si no hubiera sido por el clima enrarecido que, desde hacía tiempo, se percibía en la ciudad, nada hubiera hecho presagiar algo temible.

‘Chelo’ había ido a buscar una foto carné a lo de Valsecia. Luego regresó a La Cucaracha, la vieja pensión donde vivía junto a Oscar Racioppi y Arnaldo Rojas. Alrededor del mediodía, los tres se reunieron durante el almuerzo en un comedor para estudiantes que, por esos días, alguna familia improvisaba en la casa. Sin duda hablaron de la marcha a la cual pensaban unirse, aquella que comenzaba a concentrarse en la esquina de Salta y Pellegrini, punto de encuentro en pleno casco histórico de la ciudad.

Capital de la provincia de Corrientes. Calles del centro tantas veces transitadas. Junín y San Lorenzo, Yrigoyen y San Lorenzo: las aristas perfectas para una represión que aplastaría tanto afán de protesta. Había que mantener el orden. Ese orden dado como un destino indiscutible por la entonces Revolución Argentina del general Juan Carlos Onganía.

La privatización del comedor universitario y la consiguiente suba del ticket desvelaban a los estudiantes. En verdad, detrás del comedor universitario ya privatizado, latía el hartazgo, el cansancio feroz provocado por la dictadura.

Pero Juan José ignoraba. Él no sabía que su nombre iba a ser el que en los días venideros estaría en el luto de las marchas de silencio.

(Fragmento del inicio de la obra)

 

CULPA DE LOS MUERTOS

 

De: Alejandro Bovino Maciel

 

Prefacio

 

Culpa de los muertos se inscribe en la larga tradición de la escritura de la violencia en América Latina. Desde los cantares tristes de los poetas nahuas postcortesianos, los cuicapicque, recopilados en la “Visión de los vencidos” por el antropólogo e historiador Miguel León Portilla, que se interrogan “¿Adónde vamos?, ¡oh amigos!” y constatan abatidos lo acontecido en la conquista: “Y todo esto pasó con nostros”.

/Nosotros lo vimos, / nosotros lo admiramos. / Con esta lamentosa y triste suerte / nos vimos angustiados”, hasta la novela de la dictadura y del exilio, o las diversas escrituras confesionales, la palabra procura representar y así preservar en la memoria cultural el desgarramiento individual y generacional de la violencia política en el continente. La literatura de la violencia tiene la tarea de “ponerle palabras hasta a lo innombrable,” según nos dice el Personaje de “Culpa de los muertos”, mientras nos recuerda “con dolor” para parafrasear a Alejandro, el narrador, el autor, es decir, mientras se hace el trabajo del duelo.

El relato de Alejandro Bovino Maciel envuelve al lector en un torbellino de voces que lo incitan a reconstruir un mundo narrativo que oscila entre la evocación de los setenta y la Argentina de poscrisis del nuevo milenio. 

El principio dialógico que rige la novela lleva al lector a cotejar las conversaciones intergeneracionales entre Alex, el narrador, y un joven argentino recién vuelto al país; y entre el narrador y su sobrina.

Conversaciones que, a su vez, enmarcan otras como la de los amigos desaparecidos en la represión en Corrientes, el pensamiento de un torturador y sus conversaciones con un cura involucrado con el aparato represor, así como las pláticas del personaje y el autor que cuestionan la misma razón de ser de la escritura.

De esta manera, “Culpa de los muertos” no escribe solamente sobre la violencia, sino que cuestiona tanto la función de la escritura como la propia escritura de la violencia, es decir, las posibilidades de toda representación del terror. En las charlas tituladas “Sabotajes del personaje al autor”, el “Personaje” se rebela e irreverentemente denuncia el mundo caótico que construye la escritura; el autor lo rechaza explicando que con sus intervenciones “cada vez que aparece, desaparece para el lector” y así hace hincapié en el papel asignado a una lectura comprometida de la novela.

La gran vía de acceso a “Culpa de los muertos” es un poderoso estilo cuya garra y finura atrapan al lector en “Todos los excesos” de su escritura. Los retruécanos, las citas de versos y canciones, los juegos de sintaxis y puntuación, el ritmo exaltado que capta la aguda percepción del entorno de los personajes, el lenguaje de literatura infantil de la fábula que el narrador destina a su sobrina por las noches son, entre otros, algunos de los elementos que seducen y sumen al lector en la configuración imaginaria del mundo de la novela.

“Culpa de los muertos” es también una vía de acceso descentrada a los setenta. La provincia de Corrientes es el centro de un relato que frecuentemente se narra desde el centro cultural y político de las naciones latinoamericanas, del lugar desde donde se irradia el poder de los aparatos del Estado.

Desde esta perspectiva de los márgenes, los grandes temas de la amistad, la historia, la memoria, la política y la violencia cobran una dimensión inusitada en una escritura consciente del lugar de su confesión y evidente en un implícito doble duelo por un tiempo y un espacio perdidos evocados desde el recuerdo en la ensimismada ciudad de Buenos Aires. No obstante, la evocación del pasado rebasa, como en la mejor tradición literaria, su inscripción magistral en la biblioteca sombría de la representación de la violencia y apela al poder desmitificador del humor y la risa. “Culpa de los muertos” encierra de esta manera las llaves del placer de la lectura.

 

Jorge Carlos Guerrero

Professor of Latin American Studies

Dept. of Modern Languages and Literatures

University of Ottawa, Canada.

 

 

 

Carta de Raúl Scalabrini Ortiz

 

(Revista Qué sucedió en 7 días, Nº 117, 12 de febrero de 1957).

 

 

 

Señor director: “Si no se dirige bien una revolución, si el espíritu de ambición, de intriga y de egoísmo sofoca el de defensa de la patria, en una palabra, si el interés privado se prefiere al bien general, el noble sacudimiento de una nación es la fuente más fecunda de todos los excesos y del trastorno del orden social. Lejos de conseguirse entonces el establecimiento del orden y la tranquilidad interior del Estado –que es en todos los tiempos objeto de los buenos– se cae en la más horrenda anarquía, a la que siguen los asesinatos, las venganzas personales y el predominio de los malvados sobre el virtuoso y pacífico ciudadano”. Estas lúcidas observaciones que Mariano Moreno intercaló en su Plan Revolucionario, son tan clarividentes que aún hoy, 147 años después, pueden ser leídas con provecho y dar una explicación de los infaustos sucesos que están ocurriendo. Una situación revolucionaria es siempre una situación de peligro para una nación. Los órdenes de una sociedad quedan trastrocados. Sus defensas naturales, abatidas. Los audaces y los impúdicos encuentran ocasiones inesperadas para satisfacer sus ambiciones y sus codicias. Las grandes líneas de orientación nacional se desdibujan entre los rudos trazos de las pasiones, por cuyos intersticios, fugaces pero violentos, se cuelan los intereses más espurios de las conveniencias extranjeras. Por eso, más que nunca, es preciso revivir constantemente la visión panorámica del país, para evitar impida el examen despiadado de la realidad. Con la rapidez evolutiva con que gira en la noche un reflector buscando a los enemigos, vamos a dar un pantallazo de luz a lo que se ha hecho y a los indicios que permiten presumir qué se está por hacer. No temamos nunca a la realidad, por cruel que sea su contemplación. Tengamos siempre presentes aquellas resolutas y enérgicas expresiones de William Pitt: “Los quebrantos de los individuos y de los reinos quedan reparados en más de la mitad cuando se los enfrenta abiertamente y se los estudia con decidida verdad”. La ganadería argentina continúa en su primitiva esclavitud, de la que nadie hasta ahora ha intentado manumitirla. Todos los que en esa actividad se ocupan son consciente o inconsciente, voluntaria o involuntariamente, esclavos de las empresas comercializadoras. Unos usan rústicas bombachas y alpargatas, que rinden opíparas ganancias a Mr. Fraser. Otros, visten
a la última moda londinense. Pero todos son súbditos por igual de Sir Ahrens, presidente del Frigorífico Anglo, rey de la carne. Sir Ahrens fue el síndico a quien hizo detener el doctor de Lisandro de la Torre por ser el culpable del delito de intentar el escamoteo de los libros de contabilidad, que se llevaban disimulados en cajones de corned beef. Por su hazaña, en Gran Bretaña lo ordenaron caballero de la Orden del Baño. Bajo su honrada tutela se exporta la mayoría de la producción ganadera. La carne argentina es la única mercadería del mundo que el vendedor entrega a ciegas al comprador, para que el comprador le fije el precio sin conocimiento y sin presencia del vendedor. Ya hemos de volver con números, datos y cifras a desentrañar, aclarar y denunciar los escandalosos procedimientos con que se está timando una de las más sólidas riquezas de la Argentina. 

 

(Fragmento de la "Carta" de Raúl Scalabrini Ortiz de la primera parte del libro)

 

Para conseguir el libro: 

www.libreriadelapazediciones.com.ar

 

Crea tu propia página web con Webador